Así que, aunque no vivas con temperaturas bajo cero y en tu ciudad luzca siempre el sol, toma nota de 6 claves que debes aplicar si quieres conseguir un estilo nórdico en tu hogar.
La falta de luz solar durante el invierno ha facilitado que los nórdicos sean unos expertos en aprovechar al máximo la poca luz que reciben. Por ello, en sus hogares predominan los colores claros que ayudan a reflejar la luz. El blanco es el protagonista, seguido de tonos marfil, beige o gris claro. Unas tonalidades que, no solo deberás usar en las paredes, sino en muebles, puertas, ventanas y ropa de hogar.
La nota de color, también necesaria para aportar al ambiente cierta calidez, deberás incorporarla en pequeños accesorios, como cojines, alfombras o mantas.
Son imprescindibles en un estilo nórdico. Maderas como el abedul o la haya, de tonos claros, son la combinación perfecta para crear ambientes relajados y luminosos. Los muebles son tu mejor baza para incorporar estos materiales naturales, en mesas o sillas, en cómodas o armarios, en camas o estanterías.
Del mismo modo, no olvides incorporar otras fibras naturales, como el mimbre o el ratán, en forma de alfombras o cestas, o en tejidos como el lino, el algodón o la lana para las mantas del sofá, la ropa de cama o los cojines del salón.
En los últimos años, debido a la influencia de otros estilos, el nórdico también ha empezado a utilizar otros materiales como el latón o el cobre. En lugares sutiles y sin exceso, como en el marco de algunos espejos, en pequeños maceteros, lámparas o portavelas. Le dan un aspecto más actual y contemporáneo a este estilo y ayudan a sofisticar el ambiente.
El estilo nórdico aboga por la sencillez y la funcionalidad. Por tanto, los espacios piden solo la decoración justa y necesaria. Olvídate de abarrotar las estancias con muebles y accesorios innecesarios y céntrate en elementos que sean prácticos y útiles. En la misma línea de simplicidad, los muebles deben ser rectos y de líneas depuradas, combinadas con suaves y sinuosas curvas que le dan ese toque de naturalidad tan arraigado en este tipo de decoración.
Al estar tanto tiempo en casa, a los nórdicos les gusta traer la naturaleza al interior. Además de hacerlo con los materiales que utilizan, la naturaleza entra en su decoración con muchas plantas y flores. Con ellas consiguen dar un toque de color a cualquier habitación, al tiempo que les aportan frescura y calidez.
Coloca las primeras en maceteros de ratán o mimbre y las segundas en jarrones de cristal que ayuden a reflejar la luz. Así conseguirás una estancia acogedora y luminosa.
Hay poco uso de estampados en este estilo. El liso es el principal protagonista. Sin embargo, en ocasiones, los motivos geométricos también están presentes. Principalmente con cuadros en mantas para el sofá o en alfombras que aportan ese toque de calidez tan necesario en una casa escandinava.
La descontextualización de los espacios es otra de las características del estilo nórdico. Para que lo entiendas, es darle un uso poco habitual a los elementos. De esta forma, un baúl puede convertirse en mesa de centro, una silla en mesita de noche o una maleta en la mejor mesa rinconera.
En la misma línea, el reciclaje también está presente. Así que no tengas miedo en utilizar puertas encontradas en el mercadillo para hacer las veces de cabecero de cama o convertir unos palés en un bonito sofá para la terraza. El handmade es también una de las premisas de este estilo, así que deja volar tu imaginación para crear piezas originales y muy creativas.