Esta precisamente es la duda planteada por María del Mar en el consultorio deco de Livitum. Le encanta la decoración minimalista, pero tiene miedo de que su casa se vea fría, apagada y sosa. ¿Qué puede hacer? Livitum tiene la respuesta para conseguir que cualquier salón o dormitorio pueda convertirse en un espacio de revista decorado con un estilo minimalista. Solo has de seguir 4 tips.
Antes de nada, una recomendación. La mejor solución es apostar por el minimalismo cálido, que no es más que una variante del minimalismo más tradicional, pero al que se le incorporan elementos acogedores y naturales para evitar precisamente que los espacios se vean demasiado fríos e impersonales. ¿Cómo conseguir ese minimalismo cálido? Con estas simples propuestas.
Al minimalismo le gustan los tonos claros y neutros para conseguir esos espacios amplios y luminosos que son sus señas de identidad. Sin embargo, si lo que quieres es que esos espacios resulten más acogedores, el truco está en elegir tonos neutros claros más cercanos a la calidez. Es decir, apostar por colores como el beige, el arena, el gris claro o el blanco roto. Tonalidades que, sin perder la esencia del minimalismo, aportarán un toque suave de calidez.
Para conseguir un plus de personalidad, añade toques de color sutiles a través de detalles como cojines, algún cuadro o alguna planta. Tonos como un verde oliva o un terracota que, aunque de tonalidad más subida e intensa, contrasta y conjunta a partes iguales con los tonos neutros cálidos elegidos.
Otra forma de aportar personalidad a cualquier espacio sin comprometer la esencia del estilo minimalista es añadiendo carácter a las paredes. Es tan sencillo como añadir molduras sencillas a las paredes, consiguiendo una decoración muy elegante y chic. O incorporando paneles acústicos de listones de madera, de tono claro o blanco, que, además de decorar, aportarán calidez a cualquier rincón. Otra idea es crear una pared de acento usando pintura efecto tiza, con la que conseguir una pared con mucha textura, que se llevará todas las miradas, sin destacar demasiado.
Aprovechar al máximo la luz natural es otra de las bondades del estilo minimalista. Una luz del sol que ya es cálida de por sí, y que lo único que has de procurar es copiarla al caer la noche. ¿Cómo? Usando una iluminación cálida que replique a la luz solar. Una luz con una temperatura de color entre 2.800K y 3.500K, que resulta más amarillenta y parecida al astro rey. De esta forma, conseguirás que tu casa dé mayor sensación de hogar y sea mucho más acogedora.
Usa una luz principal que dé una iluminación general y después añade tantos puntos de luz como creas necesario en cada una de las zonas y rincones de tu hogar, para poder jugar con ellos, encendiéndolos y apagándolos a tu antojo, creando diferentes ambientes según sea el momento y la necesidad.
Piensa en lámparas de pie con pantalla que matizan la iluminación y parece más natural. Añade focos dirigidos para una luz más focalizada o incorpora apliques para destacar algún elemento concreto.
Y un último truco. Al minimalismo le gusta mucho el ‘menos es más’, así que procura no atiborrar de objetos innecesarios los espacios. Es más, intenta dejar espacios vacíos intencionadamente. Este estilo no busca llenar, sino armonizar las estancias para hacerlas ese espacio de tu hogar del que no quieres salir.