Aunque en los interiores buscamos generar un ambiente cálido y acogedor, no es impedimento para probar con gamas de colores fríos. Tonalidades como el azul, el verde, el gris o el blanco pueden ayudarnos a generar un entorno sereno y relajante, muy cercano a la estética de paisajes naturales como la playa o la montaña.
Decorar con colores fríos es ideal si lo que buscamos es una casa fresca, en calma y en equilibrio. Los tonos de esta gama ayudan a crear espacios propicios para la concentración y la relajación, por lo que son perfectos para dormitorios, estudios o habitaciones infantiles.
Además, los colores fríos suelen ser tonalidades claras que consiguen que las habitaciones parezcan más amplias de lo que son. Un truco clásico de los decoradores es usar azules o verdes claros en paredes o grandes áreas para ampliar visualmente espacios pequeños, gracias a que reflejan mejor la luz natural. Hoy te contamos todo para que puedas aplicar esta hermosa y pacífica gama de colores en distintas estancias de tu hogar.
Al introducir colores fríos en la decoración, es fundamental conservar la armonía visual en el ambiente. Una guía clásica es la regla 60/30/10, la cual nos indica que debemos elegir tres gamas de color en proporciones: un color principal ocupando alrededor del 60% (suele ser un tono neutro en paredes o suelos, o incluso un azul o verde suave que domine el ambiente), un color secundario en un 30% (por ejemplo, uno de nuestros tonos fríos complementarios en cortinas, alfombras o muebles grandes) y un color de acento en el 10% restante (detalles decorativos como cojines, obras de arte o jarrones en tonos vibrantes para dar contraste).
Siguiendo esta proporción, si decides que el azul sea tu color principal, podrías pintar las paredes de un azul grisáceo suave, añadir muebles tapizados en verde salvia o azul petróleo como color secundario y sellar la propuesta con acentos en dorado, blanco o incluso un toque de un color cálido como terracota en pequeños accesorios. La clave está en que los colores dialoguen entre sí sin competir.
Por otra parte, puedes probar usar distintos matices dentro de una gama de colores fríos. Por ejemplo, escoger un solo color y jugar con sus distintas tonalidades en todo el espacio. Una habitación decorada con distintos tipos de verde quedaría muy bonita si añades una lámpara en verde oscuro, una mesita de noche de madera natural, ropa de cama en verde salvia y paredes revestidas en papel pintado con detalles botánicos suaves.
Teniendo en cuenta que el salón es el área más social de la casa, aplicar colores fríos ayudará a generar un ambiente elegante y relajante a la vez. Para un salón comedor luminoso y amplio, inclínate por gamas claras de azul y verde como base. Por ejemplo, un azul cielo combinado con verde agua en textiles y accesorios. Puedes pintar las paredes en un neutro claro, casi cálido, para no perder ese toque acogedor que buscamos: blanco roto o un beige muy claro son ideales. Luego añade algo de color en un sofá verde suave, cojines azul pastel y alguna butaca tapizada. Este esquema es perfecto si buscas un estilo clásico actual o mediterráneo.
Te dejamos un truco extra: repite los tonos en distintos elementos para crear unidad visual. Si tienes el salón y comedor integrados, usa quizá el mismo tono de azul en los cojines del sofá y en las sillas del comedor, y un verde común en alguna obra de arte o en las plantas de ambos ambientes, para que todo el espacio se sienta conectado.
Y hablando de plantas, ¡no prescindamos de ellas! Son perfectas para complementar una gama de colores fríos ya que aportan un verde natural muy particular de cada especie.
Afortunadamente, los colores fríos son ideales para un dormitorio donde buscamos una atmósfera serena, relajante, perfecta para un buen descanso. Aplica un suave verde grisáceo en las paredes para crear un entorno natural. O quizás un azul claro si lo que buscas es un toque más juvenil y fresco.
Asimismo, puedes jugar con temáticas sutiles. Un dormitorio decorado con elementos marítimos es perfecto para una casa de vacaciones en la playa, mientras que una habitación con detalles en verde y tonos tierra, es ideal para un estilo rústico y montañoso.
Recuerda que el dormitorio no debe verse saturado, ya que buscamos mantener un espacio sereno y tranquilo. Añade detalles y accesorios, pero sin pecar de excesos.
Por último, la oficina es otro sitio perfecto para jugar con las posibilidades que ofrece una paleta cromática fría. Esta estancia se ha convertido en un espacio casi sagrado en nuestras viviendas: debe ayudarnos a mantener la concentración, pero permitirnos sentirnos cómodos y “en casa”.
Si quieres un entorno donde trabajar a gusto, los tonos azulados o verdosos son perfectos. De hecho, el azul transmite orden mental y productividad, mientras que el verde aporta equilibrio y creatividad, una combinación ideal para un espacio destinado al trabajo, la creatividad o el estudio.