Si hay algo que crea “ambiente” en las casas son las grandes superficies. Nos referimos al techo, las paredes y, por supuesto, el suelo. Hacer grandes cambios en estas zonas puede parecer tedioso, difícil y costoso.
Sin embargo, la verdad es que existen ciertas soluciones fáciles de instalar, asequibles y prácticas. Tanto el suelo vinílico como el laminado se han convertido en las opciones preferidas para quienes buscan hacer cambios en los interiores sin recurrir a grandes obras. Hoy te contamos cuáles son las principales diferencias entre ambos tipos de suelos y cómo integrarlos en la decoración de tu hogar.
Antes de entrar en cuestiones estéticas, es clave que conozcas en qué se diferencian ambos tipos de suelo. Aunque pueden parecer similares, su composición, calidad, precio y resistencia varían. Verás que el suelo laminado destaca por su aspecto natural y su resistencia al desgaste, por lo que va genial para pasillos, salones o zonas de alto tránsito. En cambio, el vinílico presenta una excelente resistencia a la humedad y resulta más fácil de mantener, lo que lo hace ideal para cocinas y baños. Te lo contamos con detalle a continuación.
El suelo laminado está compuesto por varias capas prensadas. Normalmente, imita a la madera de forma realista gracias a la superficie decorativa de alta definición. Su principal ventaja es su resistencia al desgaste y su durabilidad, aunque no todos los modelos son aptos para zonas húmedas.
Entre las múltiples ventajas que ofrece el suelo laminado, una de las que más nos convence es la variedad de acabados. La imitación que hace de la madera es realmente excepcional. Además, es una opción más resistente que el suelo vinílico y suele incluir un sistema de clic para instalarse de forma simple y fácil.
Ahora bien, en cuanto a desventajas, debes considerar que el suelo laminado no es impermeable, excepto en versiones específicas para baños y cocinas. Ten cuidado, ya que puede generar ruido al pisar si no se coloca una base aislante. ¡Una instalación adecuada es clave!
El suelo vinílico está fabricado en PVC y puedes encontrarlo en el mercado en distintas presentaciones. Por ejemplo, en lamas, losetas, con acabados que imitan madera, azulejos, mármol o cemento.
Su mayor virtud es su resistencia a la humedad, así que es una opción muy adecuada para cuartos de baño o cocinas. Además, el material de los suelos vinílicos no requiere demasiado mantenimiento: se limpia fácilmente, por lo que es genial para casas con niños o mascotas. Aunque el suelo laminado es muy versátil y lo encontrarás en varios diseños, el vinílico cuenta con una gama aún más extensa y variada.
Ahora bien, frente al suelo laminado, el vinilo puede presentar algunos inconvenientes. En primer lugar, es una opción menos resistente a los impactos. Por otra parte, puede representar bien a la madera, pero no consigue la misma calidez ni las vetas naturales que podría imitar el suelo laminado.
Como ves, tanto el suelo vinílico como el laminado presentan más ventajas que inconvenientes. Ambas opciones pueden quedar muy bien, aunque, dependiendo del estilo de tu hogar, crearás un ambiente más armonioso, cálido y acogedor. Elegir bien es clave para conseguir el resultado esperado.
Si vas a decorar tu hogar con un estilo minimalista y contemporáneo, posiblemente el suelo vinílico te convenza más. Elige uno en tonos neutros, pero evita que sea demasiado frío. Una opción en gris cálido, beige o blanco roto podría quedar muy bien. Ahora, si quieres un diseño brutalista o industrial, existen vinilos efecto cemento que complementarán muy bien la estancia a decorar.
A la hora de escoger este suelo, procura combinar con paredes blancas o en tonos suaves para intensificar la sensación de amplitud. Si vas a seguir una línea moderna, añade mobiliario con acabados limpios y en colores lisos. Mejor evita los estampados, pero si los introduces, juega con motivos geométricos o diseños muy sutiles.
Si ya has revisado nuestros proyectos de inspiración nórdica, sabrás que las estancias decoradas bajo esta perspectiva priorizan la luz por sobre todo. Por eso, predominan los colores claros, la iluminación cálida y los muebles artesanales. Un suelo laminado en madera clara es perfecto para este tipo de espacios.
A la hora de integrarlo en la decoración de habitaciones como el salón o el dormitorio, acompáñalo con textiles especiales y fabricados en tejidos ricos. Una buena funda de lino o unas cortinas ligeras y elegantes quedarán muy bien. También puedes optar por un sofá tapizado en borreguito de color blanco roto o una butaca con un toque de color en rosa empolvado.
Los espacios diseñados con un enfoque industrial son el escenario perfecto para introducir detalles de cemento. En este caso, no necesitas reformar todo el suelo: basta con comprar un suelo vinílico que imite al hormigón y voilà, tendrás un suelo perfecto para un estudio o un taller de estilo industrial.
A la hora de instalar este suelo, complementa con muebles de acero oscuro o hierro forjado. Puedes añadir unas bonitas lámparas de diseño industrial, un sofá de cuero envejecido y alguna mesa rústica de madera sin tratar.
Por último, si quieres decorar un espacio con un diseño rústico y cálido, el laminado efecto madera es para ti. Intenta escoger una versión que imite las vetas naturales de la madera. Esto creará un ambiente campestre muy bonito y visualmente enriquecido.
Acompaña con paredes pintadas en colores claros, pero cálidos: blanco roto, beige o una pared de acento en terracota son muy buenas opciones. Finalmente, complementa con muebles de madera natural, alfombras tejidas y algún elemento artesanal como jarrones de cerámica o mantas hechas a mano.