Porque además de decorar, esos pequeños perfiles con los que se crean las molduras pueden servir para mucho más. Son unas grandes aliadas a la hora de disimular imperfecciones de las paredes, de esconder algunos cables que no quieres que sean vistos e incluso de ser la excusa perfecta para colocar iluminación ambiental tras ellas.
Si no sabes cómo decorar tus paredes con molduras, no te preocupes, te damos ideas.
Una buena opción es colocar las molduras a media altura de la pared, creando cuarterones solamente desde el suelo hasta la moldura. Hará las veces de un friso, si lo pintas de diferente color o si colocas papel pintado en la parte superior.
Es una buena opción para decorar pasillos, que a veces resultan muy insulsos y no cuentan con ningún otro elemento decorativo. O para dar textura y carácter a aquellas estancias que, por pequeñas, no destacan demasiado.
Usarlas para enmarcar algunos elementos decorativos que queremos resaltar también es una buena opción. Ese cuadro tan especial, la zona de la chimenea para que destaque o la pared en la que se sitúa la cama para hacer las veces de cabecero, son algunas ideas.
Eso sí, no las dejes solas. Si destacas un cuadro de una pared, procura repetir la moldura a lo largo de ella, para que quede estéticamente correcto y homogéneo. Cuadro listones solitarios, por mucho que enmarquen un bien precioso, es lo peor.
Las molduras también sirven para dar protagonismo a una pared, aportándole una textura que las otras no tienen. Por ejemplo en el salón, puedes usar cuarterones para destacar una pared y hacerla el centro de todas las miradas. Esta técnica fue muy usada en la época del art-decó y, poco a poco, se ha vuelto a recuperar. Con ellas, se crean espacios muy elegantes y sofisticados, sin grandes esfuerzos.
No hace falta que llenes una estancia de molduras para darle carácter. A veces una simple moldura sencilla colocada a media altura de la pared, a modo de ribete, puede convertirse en el elemento más creativo de la habitación. ¿Cómo? Por ejemplo, en una habitación con paredes de color blanco, coloca una simple moldura a media pared y píntala de un color llamativo. Un naranja, un amarillo o un azul intenso. Se llevará todas las miradas.
Las molduras son tan versátiles que, además de tener diferentes diseños y de poder colocarlas de diferentes formas, te permiten jugar con los colores de las paredes y crear composiciones extraordinarias.
Puedes resaltarlas, pintándolas de un color diferente al del resto de la pared. O puedes pintarlas del mismo color que los muros, creando una composición monocromática que aportará textura a la habitación, sin destacar demasiado.
Otra opción es hacerlas servir para separar colores. Es decir, si la moldura separa la pared en dos, pintar una zona de un color y, a partir de la moldura, de otro. Con eso conseguirás que techos muy altos no lo parezcan tanto, o que habitaciones muy alargadas se ven más cuadradas.
Y no solo puedes jugar con la pintura, sino con el papel pintado. Es un must de la decoración. Puedes pintar la parte baja y colocar papel pintado en la parte superior. O si quieres ser más original, poner el papel dentro del espacio de la moldura y pintar el resto. Eso depende de tu creatividad.
Sea como sea, recuerda que las molduras son unas grandes aliadas de la decoración, ya que no es muy complicado instalarlas y aportan un extra de diseño sin mucho esfuerzo. Y, por supuesto, olvídate de que con ellas solo conseguirás crear espacios muy clásicos. Eso ya forma parte del pasado. Las molduras han regresado y han venido para quedarse en las decoraciones modernas un buen rato.