La fórmula deco más usada: descubre la regla 60-30-10

Hoy te enseñamos de qué se trata esta sencilla fórmula decorativa. Aprende a combinar la tríada ideal para interiores elegantes: colores dominantes, secundarios y de acento en perfecto equilibrio.
Publicado por Graciela Olave · 25 de agosto de 2025
La fórmula deco más usada: descubre la regla 60-30-10

Aunque la fórmula ya tiene un nombre que puede parecer muy matemático, la regla 60-30-10 no es una ecuación estricta. De hecho, se trata de una proporción decorativa que utilizan la mayoría de interioristas y arquitectos. Fue creada para simplificar la elección de colores y asegurar que ningún tono predomine de forma abrumadora ni se pierda en la decoración general. 

 No obstante, esta fórmula también se puede aplicar más allá del color: piezas o muebles predominantes, otros secundarios y algunos detalles de acento. Hoy te enseñamos cómo aplicar la fórmula 60-30-10 en casa y evitar cometer ciertos errores a la hora de elegir los tonos que envuelvan tu hogar. 

El color dominante: 60% protagonista

 Si te gusta la decoración, habrás notado que en cada composición visual existe un tono principal: Aquel que ocupa mayor superficie y define el carácter general del ambiente. En interiores, este color suele aplicarse en grandes áreas como paredes, techos o suelos, aunque también puede extenderse a grandes muebles o alfombras. 

El tono predominante suele ser neutro para lograr una base versátil y de fácil adaptación. No obstante, elegir colores neutros no implica limitarse a los blancos o beiges clásicos. Existen opciones igual de elegantes como un gris piedra o un verde salvia. Así conseguirás que la propuesta final no se vea monótona ni sosa. 

 Si quieres añadir algo de relieve y textura, pinta las paredes o techos en este color dominante y luego añade molduras decorativas. ¡Verás qué elegante te queda!

El color secundario: un 30% para complementar 

El 30% de la composición final debe estar reservado para un color secundario. Este ayudará a enriquecer visualmente el tono dominante. Con él, buscamos generar contraste y dinamizar el conjunto visual. Una cuota de personalización nunca viene mal. Este tono se emplea comúnmente en muebles medianos, cortinas o en alguna pared de acento.

Los tonos intermedios, como azules suaves, verdes jade o rosas empolvados, suelen ser apuestas seguras, ya que ofrecen contraste sin sobrecargar la visión general del espacio. Otra opción sugerente son los colores inspirados en la naturaleza, tales como el terracota o un granate suave.

El color de acento: un 10% que marca la diferencia

Por último, tenemos el color de acento, aquel encargado de imprimir una personalidad especial en el espacio donde se aplica. Normalmente, este color ocupa un 10% de la decoración total. Aquí se juega con tonos intensos, brillantes o llamativos, que actúan como puntos focales y captan inmediatamente la atención visual.

Elementos como cojines, cuadros, lámparas, jarrones u otras pequeñas piezas de mobiliario son ideales para introducir este tercer color. Puedes probar con un amarillo mostaza, un rojo profundo, un turquesa o incluso un azul klein. Algunos toques de coral, verde o lila también pueden funcionar muy bien. Fíjate que sea un tono que destaque fácilmente sobre fondos neutros y secundarios. La clave está en que el color de acento contraste con fuerza y rompa la monotonía visual.

¿Puedo añadir un cuarto color?

La respuesta rápida es… ¡sí! Sin embargo, como todo en interiorismo, requiere de técnica. Si te apetece ampliar la paleta más allá de los tres colores iniciales, existe una solución sencilla: subdivide el porcentaje asignado al color secundario. Por ejemplo, en lugar de usar solo un azul medio, podrías repartir el espacio entre un azul celeste y un azul petróleo, enriqueciendo la combinación sin sobrecargarla visualmente. 

Recuerda que, aunque estos porcentajes sirven de orientación, la flexibilidad es sumamente importante. El sentido común y el gusto personal deben equilibrarse. Por lo tanto, te aconsejamos ajustar la regla según las necesidades concretas de tu hogar y tus preferencias estéticas. Evita saturar el ambiente con muchos colores fuertes, mantén la coherencia cromática y atrévete a experimentar.

Más allá del color

Aunque esta regla se suele aplicar para elegir los colores que predominarán en la decoración, también podemos usarla para distribuir y elegir accesorios y muebles. Por ejemplo, el 60% podría corresponder a piezas grandes y neutras como sofás, armarios o mesas principales. El 30% se reservaría a muebles más pequeños como butacas, estanterías o alguna decoración de pared de gran tamaño. El 10% restante quedaría para los detalles decorativos más personales: esculturas, marcos, lámparas de sobremesa o libros.

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